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viernes, 2 de mayo de 2014

Sobre la falta de adaptación en los guiones para doblaje




Imaginen que un arquitecto contrata a un pintor para que se ocupe de las paredes de su casa. El profesional llega al lugar y se encuentra con que parte de lo que tiene que pintar ni siquiera existe o está en muy malas condiciones. Es voluntarioso y se pone a mejorar las partes que tiene que colorear, (¡Incluso levanta paredes!). Después de haber ocupado gran parte de su jornada preparando las superficies, empieza a pintar. Hace lo que puede con el tiempo que le queda porque más tarde llegarán más profesionales que también tienen que hacer su trabajo.

Ahora imaginen de nuevo que ese arquitecto en realidad es un director de doblaje, que el pintor en cuestión es un actor de voz y que la estructura - la casa, las paredes- es el guión.

Bueno, eso pasa a diario en muchas de las  salas de doblaje de la Argentina.

Quiero dejar en claro de antemano que todavía hay lugares en los que se trabaja como corresponde, sitios que incluso se esfuerzan para hacer las cosas cada día mejor. Pero voy a centrarme en este modelo de trabajo que fue ganando fuerza y que con el correr del tiempo parece estar cada vez más instalado.

Los guiones simplemente se traducen. No son ADAPTADOS para doblaje. Y eso representa un problema grave.

Acompáñenme a lo largo de esta entrada donde voy a intentar pensar en voz alta los motivos. Y si llegan hasta el final voy proponer de que manera podemos al menos intentar cambiarlo.



"No acepten lo habitual como cosa natural" (Brecht)



En la sala de grabación


A esta altura no voy a describir todo el proceso de grabación porque si están leyendo esto ya saben de que hablo. La sala es el último eslabón de una cadena y ahí las cosas tienen que definirse.

En un gran porcentaje, las salas cuentan con directores/operadores que ya tienen suficiente con su doble función y a eso hay que agregarle el deficiente nivel de las traducciones.

¿En que se convierte entonces la jornada de grabación? En una lucha constante intentando ajustar eso que dice -o lo que falta- en el guión para que sirva para poder grabar.

Llega el actor, se ensaya (me horroriza pensar que a veces ni siquiera eso) y empiezan a aparecer los problemas. No hay pausas, ritmo, orden, ni hablar de labiales y muchas veces ni siquiera sentido.

Y en esta instancia ya no se puede dar más vueltas, hay que grabar ALGO. La dinámica de trabajo hace que aunque la adaptación sea pésima -o incluso la traducción- todo se termine de acomodar en la sala. 

Con el agravante de que también se está volviendo moneda corriente que pongan al frente de la sala operadores de sonido que  no tienen experiencia en doblaje y mucho menos en adaptación.

Entonces es el mismo actor el que tiene que ir corrigiendo la letra de lo que está a punto de grabar.
Se pierde tanto tiempo preparando la pared que entonces apenas se logra un empate.
Para cuando el guión tiene lo necesario, solo queda tiempo y ganas como para hacer una pasada. Se pasa un rodillo a las apuradas que cubre todo con pintura. No queda lugar para matices o un trabajo fino y cuidado. Y en este trabajo la diferencia la hacen esos detalles.

Al momento de grabar casi siempre se hacen correcciones en el guión. Pero tendría que tratarse de un "ajuste fino", no la redacción completa de una frase.

Con todo esto un trabajo que es artístico queda reducido a llenarle la boquita a los monos que hablan.
Y esto no sólo va en detrimento de la actuación. Sino que también se cometen infinidad de errores: así aparecen los calcos idiomáticos, el dubbese, la falta de naturalidad, los problemas gramaticales, estructurales y más.

Como no van a decir después en los foros que el doblaje de documentales hecho en Argentina suena a "escupidores de letra".


¿Cómo llegamos a esta situación?


Como todo problema es una combinación de distintos factores:


1.- Son muchas las empresas que pretenden pagar -y muy mal- sólo por hacer una traducción, y ya al comienzo blanquean a sus traductores que a pesar de que lo que les están dando para trabajar sea para doblaje, queda relegado a un segundo plano la adaptación, la métrica, las labiales, y demás cuestiones propias justamente de este tipo de traducción.

2.- De la forma en que están dadas las cosas, no hay una devolución formal hacia quienes traducen. En general hay ejecutivos de cuenta dentro de la empresa que asignan el material a traductores freelance que hacen su parte desde su casa. Para cuando su guión llegó a la sala pasó mucho tiempo desde que hicieron el trabajo y poco importa lo que el director tenga para decir al respecto.

3.- Exceptuando a los directores y/o operadores, en general en las empresas nadie sabe acerca de doblaje. ¿Cómo exigirle a los traductores algo que no saben bien de que se trata?

4.- Por más que exista dinero disponible y una empresa dispuesta a pagar por una buena adaptación tampoco hay tanta gente que sepa hacer las cosas bien.

A diferencia del gremio de los actores que cuenta con exponentes de mucha trayectoria, en nuestro país no hay un sólo referente de traducción/adaptación a pesar del tiempo que la Argentina lleva haciendo esta actividad.
Entrevisté a Damián López hace poco porque todos coinciden en su calidad, pero notaran que estamos hablando de alguien joven.



¿Por qué hay pocos profesionales que sepan sobre adaptación?

Y partir de acá voy a desarrollar una teoría personal: Es una actividad que está subestimada.

Tuve la oportunidad de dar varias charlas a estudiantes de traducción y siempre por amplia mayoría dicen consumir productos audiovisuales en su idioma original o con subtítulos.

Claro que lo entiendo si hablamos de preferencias personales. Pero en el ámbito profesional no puede existir semejante vacío.

No sé si el doblaje es tomado como una deshonra o qué, pero son contados los traductores que dicen "si, yo hago doblaje y me hago cargo" "hice tal o cuál adaptación pero es por esto y por esto"

El otro día hablaba de lo mismo con una amiga traductora y ella decía:; "Creo que es un círculo vicioso: se subestima porque hay muchos doblajes malos, y hay doblajes malos porque no hay plata ni formación, y vuelta al principio. Si son los mismos traductores de doblaje los que consumen subtítulos, y entonces no aprenden nunca qué sirve y qué no".

En España por ejemplo abundan sitios/blogs y hay varios lugares que brindan educación formal sobre esta actividad.
El vacío que existe sobre la materia en este país, incluso en Latinoamérica, fue lo que me llevó a crear este blog.

Hay una cosa más: esa preferencia al idioma original sobre todas las cosas relega a un segundo plano nuestra lengua. No digo nada nuevo si afirmo que para que existe una buena traducción el profesional tiene que conocer a fondo ambos idiomas, pero sí puedo asegurarles que en el doblaje esto se hace más evidente.

Pongo un ejemplo cortito porque ya me extendí demasiado: Hay veces en las que una misma película -por motivos que no vienen al caso-  tiene doblajes hechos en varios países.
Me tocó ver y comparar varias veces una misma película con el doblaje hecho en nuestro país y otro hecho en México. Además de las desigualdades interpretativas que puedan existir, siempre existe una diferencia abismal en la forma en la que dicen las cosas. Escribir diálogos es una tarea muy complicada. Siempre digo que una buena adaptación tiene que tener un ritmo similar a el original, pero una cosa es interpretar un ritmo y otra muy distinta es tener groove.



Estas son sólo algunas ideas que se me ocurren como para poder revertir esta situación:


Darle un marco académico a la traducción/adaptación para doblaje. Ya hay algún proyecto de postítulo que trata algo de doblaje y también así surgieron mis talleres TAV, centrados en la práctica de la traducción audiovisual.
En relación con esto hay que destacar todo lo que está haciendo la Comisión de Artes Audiovisuales del CTPCBA y tomarlo como un ejemplo a seguir.

Buscar esos referentes ausentes en otras latitudes: en Mediapro hace poco trajeron a Katja Ojeda (México) para dar una charla a sus traductores y directores.


Hay que demostrarle a las empresas y a los empresarios que una buena adaptación no solo mejora la calidad de sus productos -ya que eso que a veces parece no importarles- sino que reduce considerablemente los tiempos de producción, evita que se hagan retomas por arreglos que podrían haberse evitado y optimiza los tiempos "de sala" para lograr un producto de mejor calidad.


Pero lo más importante: Hay que revalorizar socialmente el doblaje para que nazca un interés genuino por esta actividad. Y que así la gente consuma doblaje, como mínimo todos los profesionales involucrados en su producción.

Está claro que es un actividad mal remunerada y paradójicamente lo peor pago es lo más importante de la cadena. Pero no todo se resuelve con dinero. Como prueba existe este blog sin fines de lucro y administro más de un grupo en facebook persiguiendo lo mismo.

Hay mucho por aprender pero tenemos grandes referentes al alcance de la mano: ¡prendan la tele! ¡pongan Netflix! Y copiemos además lo que hacen en Europa fomentando, premiando y alentando a quienes al menos intentan hacer bien su trabajo.


Saludos
Sebastián






4 comentarios:

  1. ¡Hola, Seba!

    Ante todo, quiero darte las gracias por esta crítica constructiva que nos sirve para reflexionar acerca de la realidad y para entender por dónde tenemos que empezar si queremos lograr algo. Tu artículo describe el problema más grande y más evidente que tenemos los traductores audiovisuales argentinos en este momento, y que venimos arrastrando desde hace años: la calidad.

    Jo, la calidad. Lo más grave, desde mi punto de vista, está en que muchos de los traductores para el doblaje, a pesar de ser un eslabón imprescindible en la cadena, como todos los demás, no nos sentimos parte del proceso. Quizá se deba a que muchos entramos en la industria sin saber dónde nos estábamos metiendo, a que no hay formación y a que más del 50% de los traductores que hoy trabajan con guiones de doblaje no tienen acceso ni a un feedback de la cabina ni a pautas comunes de unificación de criterios de, al menos, la empresa que les está dando el trabajo.

    Si nos ponemos a hablar de adaptación, ya es harina de otro costal. ¿Cómo vamos a pretender que un material esté adaptado y llegue un guion limpio a la cabina si el traductor no tiene ni idea de qué es una adaptación para el doblaje, si no hay comunicación con los directores y operadores, si los que doblan son multinacionales a las que les importa que los anunciantes metan más publicidades, y no la calidad de lo que están emitiendo? Obviamente, esto también da una idea de las tarifas que se pagan y de la importancia que se le da a nuestro trabajo. Y lo peor es que, si no lo valoramos nosotros, no lo va a valorar nadie.

    ¿Qué nos falta a los traductores para el doblaje? Formación, como bien dijiste. Necesitamos formarnos, necesitamos saber qué pasa del otro lado, necesitamos conocimientos teóricos para poder aplicarlos a la realidad. Necesitamos confiar en nosotros mismos.

    Cuando a la cabina llega un guion sin adaptar, un guion que pasó hace dos días por las manos de un traductor al que ni siquiera le dieron tiempo para volver a leer y corregir su texto (y tampoco le pagaron un porcentaje proporcional por la urgencia), reina el caos. Al director y al actor les toca volver a formular frases, a readaptar y a retraducir. ¿De quién es la culpa acá? ¿Del traductor que se quemó las pestañas para hacerlo lo mejor posible, ciego, sin guía, y por dos monedas? ¿Del asistente de programación que colgó y se olvidó de pedir un guion o un material, y con eso ralentizó todo el proceso? ¿De la persona encargada de asignar traducciones, de fijar tarifas, de negociar con el gigante? ¿Del gigante que se ahorra un sueldo y deja la adaptación en manos de autónomos que vienen a grabar y punto, y no les da ninguna seguridad ni los incentiva para que se pongan la camiseta del equipo? La culpa es de todos, sencillamente, y será imposible cambiar algo si seguimos viéndonos de afuera como entes independientes. Somos todos responsables de la calidad, en la misma medida. Si un actor le pifia al tono, obtiene el mismo resultado que obtiene un traductor si le pifia a la bilabial o a una estructura sintáctica o gramatical: del otro lado no se cree. Y si del otro lado no se creen lo que les estoy contando, bueno… El gigante va a seguir vendiendo su publicidad, pero todos nosotros nos vamos a quedar en la calle, porque el público no te va a consumir un doblaje ni aunque se lo regales.

    [sigue en el próximo comentario, porque mandé choclazo]

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    1. [parte 2]

      Es claro, y ocurre en todos los ámbitos: la profesionalidad va de la mano de la calidad. Para poder ofrecer calidad, tengo que saber qué es lo que estoy haciendo. Y esta obviedad tan grande nos la hemos olvidado.

      El trabajo del gremio de los actores de doblaje es algo que deberíamos imitar, pero nadie se anima a dar el primer paso. ¿Tan difícil es pedir formación? ¿Tan difícil es reconocer que no estamos capacitados… para lo que llevamos haciendo hace años? Porque acá el quid de la cuestión está en que aprendemos sobre la marcha, aprendemos con un par de clientes copados (o, en mi caso, con amigos dentro de la cabina). Pero ¿y si no tenemos esa posibilidad? ¿Quién nos enseña? ¿Quién nos dice cómo nos tenemos que enfrentar a un laburo de este tamaño? Porque el mensaje del cliente es siempre el mismo, eh: «Vos traducilo, que después vemos, y te pago X. Pero tenémelo para mañana a primera hora, que arranco a grabar». ¿Qué te parece que hace el traductor del otro lado? Y si encima no recibe un feedback, ¿vos creés por ventura que el traductor se va a imaginar que puede haber fallos en su texto? Mirá que somos difíciles y perfeccionistas, pero creo que esto igual se debe a que nunca PERO NUNCA nos dicen qué es lo que hacemos mal. Nos ajustamos a la perfección sintáctica, gramatical, lingüística, y nadie nos dice que a veces hay que ser un poco más flexibles, y que no estamos produciendo literatura, sino un texto ORAL.

      Además, ¿cómo vamos a saber qué es lo que hacemos mal si nunca consumimos doblajes? Es increíble, realmente. ¿Cómo puede ser que un traductor para el doblaje consuma solo subtítulos y versiones originales? ¿De dónde sacamos lo que hacemos? ¿La industria siempre se dejó llevar por la inercia, como ahora?

      Formación, sí, formación. Pero ¿cómo plantear un grado de formación desde la nada misma? Sobre la base de las necesidades. Necesitamos conocimientos teóricos. Necesitamos comprender el proceso. Necesitamos consumir doblajes: de casa, de México, de España, de Alemania, de Italia. Necesitamos comparar nuestros doblajes con los de ellos para ver en qué fallamos. Necesitamos hablar con los directores, con los operadores, con los actores. Necesitamos investigación. Necesitamos gente que se arremangue y luche por sus derechos de trabajo y sus tarifas justas, pero más que nada por la calidad de lo que está ofreciendo. Sí, en definitiva, es un círculo vicioso.

      Esto va a ser un trabajo de hormiga, porque creo que el primer paso es, sin lugar a dudas, la conexión de la cadena. Una vez que logremos esto, podemos hablar de formación. Y recién ahí vamos a poder hablar de una profesión de prestigio, de tarifas dignas, de profesionales reconocidos y que se animen a contar lo que hacen, etcétera. Y ahí, cuando estemos conectados, formados y sepamos de qué hablamos, vamos a poder trabajar entre todos por un objetivo en común. Primero ayudémonos, formémonos, lavémonos las manos entre nosotros, para después poder lavar la cara.

      Si en casa no hay herramientas, en algún lado están. Contás conmigo.

      Abrazo

      Tate

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  2. Natalia Wolinsky4 de mayo de 2014, 0:33

    Hola, Sebastián

    Muy interesante el artículo y me parece muy bueno el análisis.

    Me parece que son varias las cosas que juegan en contra de una buena calidad de traducción. El tiempo es una. Si me dieran una semana, yo haría una traducción excelente y releería cinco veces antes de mandarla. Pero la realidad es que, como mucho, dan tres días. Y uno en esos tres días trata de hacerlo mejor que puede.

    Otra cosa que a mí me pasó una vez es que el guión vino muy mal de entrada. Me tocó hacer una película y el guión que me mandaron era de 60 y pico de páginas, no era ni la mitad de lo que decían en la película, lo poco que estaba en el guión estaba desordenado y el resto era todo hablado en un inglés slang imposible de entender. Pregunté si me podían mandar otro guión y no había. Obviamente me tuvieron que dar más tiempo, me ayudaron con las partes que no entendía y así más o menos se pudo sacar una buena traducción. Esa fue la única vez que llegué a ese extremo, pero suele pasar que el guión que te mandan no es el guión final y hay cosas que no están o están cambiadas y eso lleva más tiempo.

    Yo trato de consumir doblaje. Lo hacía antes de trabajar en esto y desde que trabajo, diría que trato de hacerlo más porque ahora quiero ver cómo está hecho. Y he escuchado cada calco en doblajes mexicanos que me sacaron del capítulo que estaba viendo. Y obviamente también escuché doblajes bien hechos de los que pude sacar algo.

    Estaría bueno que haya más feedback y no solo que digan lo que hacemos mal sino también lo que hacemos bien. A veces me hacen devoluciones de programas que traduje pero nunca de películas, y eso estaría bueno. Y yo al menos nunca tuve oportunidad de ver una película que yo haya traducido y poder comparar el guión y creo que sería interesante hacerlo. Con los programas lo hago cuando puedo y es interesante ver qué quedó bien y qué cambiaron.

    Con respecto a la formación, coincido totalmente con lo que dice Tate. Y por las tarifas, no vamos a negar que si pagaran mejor, sería un buen incentivo, pero tampoco podemos reclamar una tarifa mejor si no hacemos un buen trabajo.

    Saludos!

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